Nuestra historia ha sido efímera. Exactamente una copa, dos cafés y una sonrisa.
Picardía, un tanto de humor y tu pincelada de impuntualidad. Mis enfados, nuestros besos y las promesas que nunca cumpliremos. Y descubrir que nos hablábamos con los labios sellados, porque nuestras bocas estaban mejor juntas. Y que tus manos habían sido hechas para agarrarse en mi cintura, en mis pechos, en mi espalda.
Y tu desnudez era, cuando menos, una incógnita más que apetecible.
Por eso más de una vez me he descubierto con la insensatez de un cuerpo que se desvivía por hacerte el amor, desde el principio hasta el final, de tus miedos, de tus vacíos, de tus taras. Pero hoy he venido a despedirme, con esta carta he venido a despedirte. Aunque quizás ya hayas podido adivinar que, por las alas que no enseño, me gusta mucho volar. Aunque soy más de agua, y hay mucho pez en este mar. Por eso sé que tú y tus encantos encontraréis rápidamente el remedio a estas líneas. O no. O quizás dobles esta hoja como recuerdo por si un día decido volver. Pero el mundo está hecho para los soñadores, y a mí nuestra cama se me ha quedado pequeña. La metáfora del dormitorio donde nunca te hice el amor se me ha quedado pequeño. Por eso, si fuera la última vez que nos viésemos, solo aceptaría tu rosa, te abrazaría con el calor de un adiós y me encaminaría a la fría noche para dejarnos atrás. Te diría que hoy estás especialmente atractivo, que aquella noche hubiera vuelto a subir a cantar y que no me gusta que me hagan esperar. Y tú me mirarías con la desfachatez de quien desnuda, me susurrarías lo que no se puede contar y volverías a hacerte de rogar. Entre tanto, entre tu sonrisa, los cafés y la copa que nos decidimos tomar, ya me queda poco para acabar. Cuídate mucho y que no te de miedo a amar, yo solo he llegado para quitarte algún miedo y que vuelvas a confiar. Así que antes de que esta carta dure más que nuestro nosotros, me despido. Has sido picardía, amor, pero para quien ha empezado a volar esto, que no ha empezado, solo me haría aterrizar. Y no debemos entender un amor, que no dure desde el principio, hasta el final.