Hoy Madrid amanecía con la incoherencia que viste su enero. Quema el sol, corta el viento. Refugiada en un viejo portal de Las Letras de Madrid he sentido que tú que me lees, volvías a mí. En medio de una catarsis creativa, de un vaivén emocional, de las mil idas sin venidas el artista crea, pare y muere para poder renacer.
Otra cosa sería baladí.
He andado desaparecida estas últimas semanas, inmersa en la vida académica. Estudiar, estudiar y estudiar. Para poder hacer lo que tanto me gusta regalaros, mis letras.
Unas letras cosidas de libertad y sin amarres. Letras mías pero que quiero hacer vuestras. Letras que respiran vida para cuando sean leídas. Letras para cuando me rompo. Cuando regreso. Cuando me marcho. Letras para que cuando yo decida desaparecer de por aquí, ellas os recuerden que llevan grabadas en las sienes mi catarsis interior.
Mis letras gritan cuando me ahogo en mis silencios. Mis letras aman cuando yo soy demasiado cobarde. Y muchas veces soy demasiado cobarde. Mis letras sanan cuando mi cuerpo cae roto de enfermedad.
Mis letras vivirán por mí cuando el reloj se decida parar.
Por ello ahora que vuelvo a vosotras, a vosotros, con las mismas ganas con las que empecé, os agradezco vuestro regalo: hacer mis letras vuestras para que sigan teniendo vida.
Posdata: ya estoy tramando a una persona muy especial que quiero traeros por aquí y sus letras sí que tienen un poder exquisito: el de la inmortalidad. ¿Adivináis quién es?