Patricia Fernández 20 de diciembre de 2020 - Madrid
Cuando en 2019 La La Love You lanzó ‘El Fin del Mundo’ no podían imaginar de lo premonitorio y paradójico del sencillo. De lo primero sobran las explicaciones, acaso el planeta se ha visto contra unas cuerdas que, parece, empiezan a aflojar. De lo segundo porque, al tiempo que se echó el cerrojazo colectivo, el cuarteto de punk-pop español comenzó a aumentar exponencialmente sus escuchas y se volvió viral, en el sentido figurado, hasta conseguir su primer Disco de Oro. Es el enigma del arte, o el de la amistad, el que se cierne sobre David Merino (voz y guitarra), Celia Becks (bajo), Rafa Torres (batería) y Roberto Amor (voz y guitarra).

La cartografía de La La Love You se remonta a 2007 cuando, todavía alumnos de un instituto madrileño, formaron el grupo musical tras repartirse a suertes los instrumentos. Celia llegó después, pero les tiene “firmes”. Desde entonces han girado por distintos lugares, incluido Japón, han publicado dos álbumes y, como deja entrever Rafa, han disfrutado de su grupo y de su amistad. Acaban de recibir el Premio MTV al Mejor Artista Español aunque, como Róber explica, el galardón fue “estar nominados”.
La apariencia paradójica de este éxito responde a la experiencia de la escucha de sus canciones: letras que salvaguardan la tristeza y el desamor con melodías punki – pop eufóricas que inoculan vitalidad. Ni David ni Róber llegaron a cruzar “el círculo polar” cuando escribieron ‘Laponia’, pero se marcharon a México a componer. Y, aunque no hemos asistido al fin del mundo, 2020 ha dibujado un nuevo comienzo para ellos. Por ello, en la metaficción de esta narración, los cafés saben a cañas, las preguntas se diluyen en la conversación y la cafetería de Madrid muda a la de un instituto norteamericano.
Me reúno con ellos a las tres y cuarto de la tarde en el corazón de Madrid. Es domingo, sugerido como día de descanso, pero les alcanzo en el frenético ínterin entre una firma de discos y un evento musical. “Parecen los percheros de los institutos”, comenta Celia entre los codo-saludos mientras cuelgan los abrigos. Róber es el primero en sentarse, tiene una risa contagiosa y jocunda que transgredirá el diálogo venidero. Celia y Rafa toman asiento, el camarero aparece para tomar nota: “¿Café?”. La posibilidad de que la ronda sepa a cerveza se cierne sobre el grupo, pero se deshace rápidamente, “acabamos de comer”, comenta Rafa con discreción. “¡Cafés para todos!”. Cuando David sale del servicio ya han pedido por él, echa una ojeada a la mesa y se sienta entre Rafa y Celia.
Lo primero, enhorabuena por el Premio al Mejor artista Español de la MTV. ¿Cómo lo recibís?
Roberto: La verdad es que para nosotros solo el hecho de estar nominados es un premio, cuando nos dijeron que habíamos ganado, imagínate, estábamos súper contentos.
David: Sí, yo creo que se han juntado muchas cosas buenas, entre el premio, que hemos reeditado el disco y que ‘El Fin del Mundo’ sigue funcionando súper bien no paramos. Cruzamos dedos para que siga siendo así.
Desde que comenzasteis en 2007 habéis rodado bastante, pero también ha habido interines de parones, ¿cómo os habéis organizado durante estos años para darle una continuidad al grupo?
Rafa: Precisamente porque nos conocemos de toda la vida y somos amigos hemos seguido haciendo cosas. Había momentos en los que nos dedicábamos más a componer pero, como siempre estábamos juntos y nos veíamos casi todas las semanas, al final la cosa ha seguido hacia delante.
David: El grupo siempre ha sido el centro de nuestro ocio, por eso.

Cuando inquiero a Celia sobre “¿cómo es esto de estar con tres chicos en un grupo?”, David se adelanta, “nos tiene así”, y hace un gesto de firmeza con el dedo. Róber le secunda: “¡La jefa!”. Celia sonríe con la mirada, tiene la noche en los ojos y una larga cabellera trenzada que sucede del moreno al azul.
Celia: Nada más lejos de la realidad… también depende del día, pero muy bien. (Risas). Lo que pasa es que nos hemos convertido de tal modo que, si ya eran hermanos, yo soy la hermana añadida. Es todo muy fraternal.
David: Hay días que hay que tener muuuucha paciencia.
Roberto: ¡Somos hermanes!
Celia: Somos hermanes porque no me consideran mujer dentro del grupo. Yo me pongo gafas y me miran raro o me dicen: “¡Qué rara, Celia, te has maquillado!”.
David: Hasta se desnuda delante de nosotros.
Celia: Y duermo con ellos, es absolutamente todo casto y puro hasta un punto insultante.
Y cuando comenzasteis en 2007 tengo entendido que no sabíais tocar instrumentos…
David: Parece de coña, pero nos repartimos los instrumentos al azar.
Rafa: Sí. El grupo se formó antes de aprender a tocar.
La revelación me desconcierta: ¿Cómo se forma un grupo sin saber tocar?
Róber: Nos fuimos de viaje de fin de curso y recaudamos dinero vendiendo llaveritos.
David: ¡Vendimos tantos que éramos los putos reyes de los llaveros!
Róber: Se nos daba de puta madre. Con lo que sobró después del viaje David dijo: “Oye tío, ¿por qué no nos compramos una guitarra y un bajo?”. En ese momento nos peleamos un poco porque los dos pensábamos que quien hacia los solos era el bajo y, como yo era el más cabezón…
David: ¡Y el bajo es más grande!
Róber: Pues yo dije, “esto es lo bueno”, y me cogí el bajo. Pero cuando empezamos a ensayar pensé, “esto es una mierda”.

Celia hace una mueca e interrumpe a Róber, “¿Y ahora quién toca el bajo?…”. David, Rafa y Róber se sonríen. La sinergia que existe entre ellos es manifiesta.
Róber: Entonces dije: “Oye, ya que vamos a incorporar a alguien al grupo, ¿por qué no le damos el bajo?”.
Celia: O sea, el bajo, “ese instrumento tan bonito…”. (Hace un gesto con los dedos de entrecomillas, sopesa cierta resignación, lanza una mirada a Róber y sonríe). “Nada, eso es una puta mierda, ¡para Celia!”.
Entonces, a la hora de componer, ¿cómo nacieron esas primeras canciones?
David: Aprendimos a la vez, cuando nos compramos la guitarra yo hacía nuestras canciones sin saber… A día de hoy creo que no sé tocar ni ‘La Flaca’ (se sonríe). Aprendí a tocar mientras hacía las canciones.
La risa de Róber se cuela altisonante y, como un trampolín al comentario de David, le interrumpe con picardía.
Róber: Bueno, ¡estás dando por hecho que sabes tocar la guitarra y es mentira!
El grupo ríe y David recibe el comentario con un guiño.
¿Y la gira que hicisteis por Japón en 2013? He visto lo de los videoblogs, son bastante divertidos. ¿Cómo fue?
Róber: ¡El público japonés era la leche! Lo que más nos llamaba la atención es que no hablaban inglés, no podíamos hablar con ellos, pero se cantaban nuestras canciones.
David: Era muy cachondo, no había comunicación porque no tenían ni idea de inglés.
Róber: De hecho había un chico que venía con nosotros de camino a la casa, yo iba conduciendo y él de copiloto. Yo le preguntaba en inglés, “left or rigth?” (¿izquierda o derecha?) y él me decía: “Sí, sí”.
La anécdota de Róber, los recuerdos del público japonés y las experiencias de Rafa con la comida autóctona que explican, según Celia, “que ahora le guste tanto el ayuno intermitente”, destapan las carcajadas de los cuatro y deja entrever un poso de nostalgia común.
¿Os planteáis volver?
Celia: ¡Todos los días nos lo planteamos! (atisba con cierta ironía).
Rafa: Sí, estaría guay volver. Lo que pasa es que primero nos haría ilusión ir a otros sitios como Latinoamérica, por México, Chile…
¿Y por España?
Rafa: Claro, por España antes que todo. Hemos visto que el grupo ha tenido mucho tirón, pero todavía no lo hemos podido vivir. Ha sido estar encerrados en casa… Muy raro. Aunque poco a poco se va viendo. Róber me decía: “Oye Rafa tío, que nos escuchan 30.000 personas en Chile”. Y yo recuerdo estar tumbado en el sofá diciendo: “Vale, yo voy a ver la peli nueva de Netflix”.
Es paradójico, justo en este año tan extraño llega todo este éxito. Pero, es un punto de inflexión, ¿no? ¿Os habéis planteado qué dirección seguir si seguís creciendo?
Róber: El problema es que estamos viviendo una situación súper atípica en todos los niveles. Vamos viendo lo que nos va pasando cada día y estamos contentos, sin pensar mucho lo que va a pasar el próximo año.
David: ¡Aunque las perspectivas son muy buenas!
Estas perspectivas sobre el devenir participan, como reza el tema ‘Es Inevitable’, sobre la realidad más inmediata.
La letra de ‘Es Inevitable’ dice que “Nada en el mundo podrá deshacerlo y todos tus sueños se harán realidad”. ¿Soñasteis alguna vez, después de tantos años, con la repercusión y el éxito que estáis teniendo?
Celia: ¡Yo quería ser Avril Lavigne!
El desparpajo de Celia se intercala con la confesión de Rafa. La calidez de su tono, que denota cierta timidez, no exime de contundencia a sus palabras.

Rafa: Siempre lo hemos soñado, pero la verdad es que pensaba que íbamos a pasar sin pena ni gloria. Aunque yo, por lo menos, estaba contento porque desde el 2007 hemos hecho muchas cosas, hemos dado muchos conciertos, hemos conocido a muchísima gente, hemos estado en muchísimos sitios… Y nos lo hemos pasado muy bien.
Celia: ¡La música no sé, pero las fiestas increíbles!
Celia lanza una sonrisa a Rafa y la carcajada quijotesca de Róber neutraliza las demás. El relativismo positivista de Rafa retrata el justo equilibrio que durante estos años ha existido entre el grupo y su público, que hoy se mide en las más de 700.000 oyentes mensuales solo en Spotify. Como su canción, es inevitable preguntarles si sacarán próximamente nuevo trabajo.
David: Sí, en febrero queremos sacar single.
Róber: Tenemos ya varias grabadas que iremos sacando.
David: ¡Aperitivos!
Rafa: No las hemos publicado porque queremos hacerlo cuando haya un poco de optimismo en la vida.
No, Rafa, no, el optimismo lo traéis vosotros.
Entono la frase antes de calibrarla, no me arrepiento. La condición de artistas les confiere la cualidad de invertir las emociones, la tristeza del momento por el éxtasis de la canción y la fresca picardía del proceso de composición. Y, precisamente con esa bala, disparo la siguiente pregunta: ¿Cómo es el proceso creativo que seguís?
Rafa: Ellos componen y yo censuro.
Róber: ¡No lo ha podido explicar mejor! El proceso es un poco caótico porque estamos todo el día gritando.
David: El que más grita es el que tiene razón ese día. Lo que ha dicho Rafa es cierto, él escucha y dice: “Esto es una puta mierda”. Pero cuando hace, “Aiss”, entonces eso es bueno.
Celia: Esa fue la reacción con ‘El Fin del Mundo’.
Róber: ¡Y con ‘Laponia’ también!

Celia y Róber enuncian las dos canciones con las que, sin ser una metáfora, aquí fiel servidora se ha dejado más de una vez el pulmón mientras las bailaba. David, que canta el pegadizo estribillo de «y tú bailando, y yo llorando», tiene los ojos vistosamente azules y, a veces, divaga por el cuarto con la mirada.
David: Esa la hicimos en Chile Róber y yo. Nos fuimos un mes y pico y estuvimos grabándola.
Róber: Si a veces no da por decir, “vamos a componer”, nos vamos lejos. Y no se nos ocurrió un sitio más lejos que Chile. Conocimos a gente de Santiago (de Chile) que nos dejaron un estudio, nos echaron una mano con los arreglos… Y al volver a España la grabamos.
Celia: ¡Y luego Rafa la censuró!
Rafa: Cuando me la pasaron iba en el coche dije: “No está mal”.
Y con ‘El Fin del Mundo’…
David: Yo siempre he sido muy capullo en la vida, entonces me salen muy natural ese tipo de canciones. Es cómo, “¿y a quién no le ha pasado?”. ¡Y a mí me ha pasado cien veces!
La universalidad del amor como sentimiento y del desamor como experiencia secundan las palabras de David. Aunque, lo que no es tan común, es la paradoja de celebrar, a viva voz, un corazón roto. Como si fuera un regalo que te permite, ya no solo bailar un tema de La La Love You, si no hacerlo tuyo. Y por esa apropiación o, mejor dicho, por esa conexión que logran con el público les pregunto sin saber a ciencia cierta cuál es la pócima de amor y de sus letras.
Celia: Yo creo que el indie a veces es un poco complicado. A nosotros nos gustan grupos indies que conectan mucho con la gente, pero a veces escucho a grupos que parecen que han cogido las palabras más difíciles que significan lo mismo que decimos nosotros y se va a interpretar de la misma forma. Para decir que te han roto el corazón no hace falta utilizar palabras demasiado rebuscadas. A veces solo necesitas que alguien te pase la mano por aquí (acaricia la espalda de Róber) y te diga: “Anda tranquilo, que ya pasará”.
Rafa: No hace falta que la letra sea incomprensible… (Rafa pronuncia la palabra de forma atropellada y los demás, no sin la risa del colega, la terminan). ¡Que diga palabras raras! Yo creo que se transmite mejor los sentimientos con un lenguaje sencillo.
Celia: Somos el indie del lenguaje cotidiano. Y ya está, que si Irene no te hacía ni puto caso es porque Irene no te hacía ni puto caso.

Celia, que hace un guiño a uno de sus temas, me recuerda que por falta de tiempo había decidido prescindir de una pregunta que, llegados a este punto, se hace a sí misma y que Róber responde con ágil picardía.
¿Quién es Irene?
Róber: ¡No existe!
Celia: Bueno, a ver, existe, pero con otros nombres.
Róber: Vamos a ver, si te refieres a “chica que no hace ni puto caso a Róber”, hay muchísimas.
Rafa: ¡Existen todas!Nosotros hemos sido siempre muy fans de la cultura americana, de aquellas películas de adolescentes de instituto que hablan de estas cosas, pero desde el punto de vista del capullo del instituto que éramos nosotros.
La picaresca de sus canciones tiene un tanto del encanto de sus caracteres y del vínculo común. Durante temporadas el grupo se ha organizado desde distintas ciudades, pero ahora los cuatro tienen su residencia en Madrid y Celia, vecina de Róber, comenta que “les ve más que a sus gatos”.
Entonces este ‘buenrollismo’ que conseguís transmitir lo tenéis en vuestro día a día. Aquí decidme sí, aunque sea mentira.
Róber: Es un sí rotundo. Somos primero colegas antes que compañeros de grupo.
Rafa: Tenemos la mayoría de amigos en común. Pero luego vas creciendo y a lo mejor a mí me gusta una cosa y la hago por mi cuenta, o él se echa una novia y…
David: Sí. ¡Las novias no las compartimos!

El tiempo apremia, los trece años desde aquel instituto han pasado fugaces y esta entrevista, que soslaya entre la alegría contagiosa del cuarteto y la paradoja de su historia, está llegando a su fin. A falta de diez minutos para que La La Love You tenga que salir veloz a otro evento pregunto por la música: ¿A qué artistas escucháis vosotros?
Rafa: Desde cualquier grupo indie español hasta grupos californianos de los 80, de los 90…Cuando éramos jovencillos escuchábamos mucho Green Day, 1982…
David: ¿Ya no? Yo lo escucho todos los días.
Celia: Yo escucho 1982 todas las semanas, sin excepción.
Rafa: También escuchamos a Lory Meyers.
David: ¡Yo no!
Celia: ¡Ni yo! A Róber y a mí nos gusta Katy Perry.
No te veo eh, Róber.
Róber: ¿¡No?! Soy súper fan de Katy Perry, analizo hasta los arreglos.
Rafa: A mí, menos el trap y la pachanga… suelo escuchar de todo.
¿Y si sales de fiesta qué escuchas?
Rafa: Pues dónde me llevan, a veces lo paso un poco mal.
David: Tú, ¡que eres un balón domao!
La risa de Róber afana el comentario de David y, en un gesto de neutralizar el correr del reloj, les pido una recomendación: «Eso sí, en particular”.
David: ¡No habléis en plural!
Róber: Yo te recomiendo el libro ‘El Misterio de la Familia Fonseca’ de Pablo Poveda. Lo está petando, es amigo nuestro.
Rafa retoma el “nosotros” que se antepone al yo, es inevitable y comenta que, sobre todo, les gustan las “películas de cachondeo”.
David: ‘PORKY’S’, ‘American Pie’…
Rafa: Recomendaría mucho ‘Súper salidos’, porque la vez que la vi nos recordaba mucho a nosotros tres (se refiere a Rafa y Róber). En inglés se llama ‘SUPERBAD’. Hay uno en la película que si es más gordito y dije: “Este es el Róber”.
Róber: ¡Qué cabrón! (ríe)
Rafa: Hay otro que corre así como destartalado y dije: “Ese es David”.
¿Y tú quién eras?
David se anticipa a su amigo con ironía.
David: El guay, ¿no?
Rafa: El más normal.
Celia: Yo os recomiendo la serie ‘Atypical’ y mi libro de cabecera es ‘1984’, que me lo he vuelto a leer este año.
David: Yo… No me acuerdo de uno que me estoy leyendo yo ahora, ‘Una guía sobre el arte de perderse’… Puede ser. ¿Existe?
David durante la entrevista ©Claudia Jimeno La La Love You durante la entrevista ©Claudia Jimeno
David lanza una mirada al aire, saca el teléfono de su bolsillo y, durante unos instantes, se aparta de la conversación para buscar el título del libro. Róber espeta, “¡Te va que ni al pelo!” y Rafa le sigue: “¡Ese libro lo has escrito tú!”.
David: Lo encontré, es ‘El arte de perderse’.
Róber: ¡Y el arte de llegar tarde también!
Pero habéis llegado bastante puntuales.
Celia: Porque viene con nosotros, si no, no aparece.
Rafa: David es el típico que estamos a punto de empezar algo, un concierto, una entrevista… y de repente no está. Cuando son cosas por aquí no pasa nada, pero alguna vez nos ha pasado de ir a coger un avión y de pronto escuchar….
Róber: Escuchar por megafonía, “David Merino” (entona un acento anglosajón y el grupo se ríe).
David: Pero siempre llego. Bueno, no siempre, alguna vez lo he perdido.
Y con las desventuras de David, la alegría de Róber, la firmeza de Celia y la sinceridad de Rafa termina esta entrevista con La La Love You. Un grupo de amigos músicos a quienes les quedan muchas alegrías por vivir, algún que otro desamor y, sobre todo, nuevos temas con los que disfrutar, por qué no, de la alegría de un corazón roto. Y, en la paradoja de esta historia, despido el café más cervecero que me haya tomado en una cafetería madrileña de algún instituto de película.
