Patricia Fernández 21 de octubre de 2021 - Madrid
“La noche de anoche fue algo que yo no puedo olvidar, tú dándole y dándole sin parar”, reza la última colaboración entre los cantantes Rosalia y Bad Bunny, ‘La noche de anoche’. Las referencias sexuales inundan el influjo musical, la psicosis televisiva, el narcisismo de las redes sociales y, en definitiva, el devenir de la sociedad actual. Pero, ¿es lo mismo sexo que sexualidad? ¿Por qué, pese a una sociedad cada vez más sexualizada, España está a la cola en los índices de educación sexual? ¿Sabemos comunicarnos durante el sexo? Monica Branni y María Hernando, psicólogas y sexólogas del equipo de expertas de Platanomelón, responden a estas cuestiones para Sobre verso. En los últimos años Platanomelón ha revolucionado el paradigma sobre cómo entender la sexualidad y el uso de juguetes eróticos. Además de la venta de estos productos la marca realiza sendas divulgaciones sobre educación sexual en redes sociales y a través de su último libro, ‘¡Entérate!’ (Ediciones Martínez Roca, 2020).
Sexualidad, sexo y deseo sexual: la esencia del lenguaje
Bad Bunny y Rosalía cantan sobre una noche de pasión donde, se entiende, hubo sexo. Pero, ¿es lo mismo que la sexualidad? Branni y Hernando despejan las dudas: “Son dos términos que muchas veces se utilizan de forma impropia y se entienden como sinónimos”. El sexo es tanto “el conjunto de aspectos biológicos” como “el comportamiento sexual propiamente dicho, ya sea con otras personas o a solas”. Mientras, la sexualidad representa “aspectos más bien psicológicos y sociales, como la identidad de género, la orientación afectivo-sexual y los valores y creencias que nos definen como seres sexuales, entre otros”.
Rosalía se acerca a Bad Bunny y, por unos instantes, la conquista de la memoria de la noche anterior parece llevarles al beso, pero no. Se desean sexualmente, es decir, ambos tienen “la disposición y motivación para comenzar un acto erótico influenciado por factores fisiológicos, psicológicos, sociales y culturales y, generalmente, no es lineal”. «Tú me decías que morías por mí», susurra la cantante. ¿Persiste este deseo de la misma forma en que lo hizo anoche? Probablemente no, es parte de la fantasía y un rasgo propio de la vida sexual de las personas, es la “discrepancia del deseo”: “Si estamos cansadas debido a un trabajo estresante, es normal pasar por una época de bajo deseo. Pero eso no necesariamente significa que tu pareja ya no te atraiga, más bien es una respuesta totalmente fisiológica y normal. Aun así, muchas personas sienten frustración frente a un deseo sexual desigual al de su pareja, algo que científicamente tiene un nombre, la discrepancia del deseo”, explican las expertas.

Educación sexual: a la cola de Europa
Con el objetivo de evitar este tipo de frustraciones las expertas señalan que es imprescindible el “acceso a una educación sexual de calidad” que rebase los límites de la industria audiovisual. Sin embargo, las cifras dibujan una realidad ambivalente. Existe un creciente interés por la educación sexual, pero cerca de la mitad de los jóvenes de entre 16 y 25 se informan a través de Internet (47,8%) y los amigos/as (45,5%), frente a un 12,1% que afirma no recibir ningún tipo de educación sexual, según la Encuesta nacional sobre sexualidad y anticoncepción entre los jóvenes españoles (2019). En ningún caso la educación sexual se incluye dentro del currículo educativo a nivel estatal.
Las expertas de Platanomelón son tajantes: “Estas carencias suponen más dificultades a la hora de tomar decisiones sanas en las relaciones con otras personas, en nuestra capacidad de comprender las diversidades afectivo-sexuales y derivan en una mayor probabilidad a exponernos a situaciones de riesgo, ¡entre un sinfín de circunstancias más!”. Además, explican que la educación sexual es un proceso vital transversal y señalan la necesidad de “coordinación entre las familias, los centros educativos y las instituciones”. Con este objetivo de acercar la educación sexual y “generar conversaciones sanas sobre sexualidad”, Platanomelón publicó el pasado año su libro, ‘¡Entérate!’.
El lenguaje nos ayuda a crear realidades y, en el caso de los genitales, pocas veces se les llama por su nombre
Coitocentrismo y brecha orgásmica
Sin embargo, el contenido de estas palabras se vacía al término que las conversaciones se miden a partir de la sexualidad femenina. Pese a que el clítoris se ha convertido en “el gran protagonista de la revolución sexual que estamos viviendo”, no fue hasta 2005 que la científica Helen O’Conell publicó el primer gran estudio sobre este órgano con más de 7000 terminaciones nerviosas destinadas únicamente al placer. Las expertas afirman que esta “falta de investigación sobre salud sexual femenina” se traduce como una “herencia social y cultural que gira alrededor del hombre” y que “invisibiliza a la mujer”.
Esta herencia se materializa en datos. Según un estudio realizado por Platanomelón a usuarias de su comunidad, el 61% de mujeres consideró “alguna vez tener un problema físico por no lograr el orgasmo a través de la penetración”. Mientras que el “40% se había sentido avergonzada en algún momento por estimularse externamente la vulva”. Branni y Hernando explican que el “coitocentrismo”, esta idea en la que “la relación sexual es exitosa y completa sólo cuando hay penetración y, más aún, si se contempla un pene” sigue marcando la rutina sexual de las personas. Esto genera una “brecha orgásmica” que afecta a “hombres y mujeres”, además de generar “frustraciones y escasa satisfacción sexual”.

Mitos y otros prejuicios: ¿Jugamos?
Rosalía, en un momento de la aclamada canción, mira a los ojos a Bad Bunny y le canta: «El Benito es un diablillo y ella es un ángel». Así reproduce una dicotomía tradicional que enfrenta las polaridades de ellos, activos y pasionales, frente a ellas, pasivas y recatadas. Ambas expertas señalan que los “prejuicios y mitos alrededor de la sexualidad y, por supuesto, una profunda desconexión con el propio cuerpo y placer, especialmente en el colectivo femenino” surgen del “desconocimiento y falta de información de calidad”. Mitos que, según las expertas, “limitan nuestro disfrute y hacen que vivamos nuestra sexualidad de una forma más reprimida, distorsionada y con sentimientos de culpa y vergüenza”.
En este sentido, el creciente protagonismo de los juguetes ha propiciado una conversación más fluida entorno a la sexualidad. Entre ellos, el Satysfier o los distintos modelos que pone a disposición del público Platanomelón: “Los juguetes eróticos no son sólo juguetes, sino que también herramientas para autoconocerse y explorar nuevas fronteras del placer. Hoy en día sabemos que utilizar según qué juguete nos proporciona muchísima información sobre nuestra capacidad erótica, ya sea física o mental”, afirman las expertas.
Fente al 65% de las mujeres que utilizan algún juguete sexual, el porcentaje de hombres se sitúa por debajo del 50%, según datos facilitados por STATISTA. Para ambas expertas esta situación puede entenderse en términos culturales: “El colectivo masculino tiene una visión del sexo muy influenciada por la cultura machista de la que venimos, por lo tanto es más probable que el juguete se perciba como un rival, ya sea con su pareja o en su masculinidad”. Aún así, señalan, “está demostrado que los hombres que utilizan juguetes tienen un nivel de satisfacción sexual más alto que la media”.
Es normal que surjan dudas sobre sexualidad, estamos en constante construcción y evolución
Territorio común: el “imperativo orgásmico”
El territorio común a todas las personas lo marca el orgasmo. Ya lo dice Bad Bunny, «tú te mojaste pa’ que yo me bautice». Hasta el 59% de los españoles admiten que esta petit mort es el principal objetivo que persiguen cuando emplean juguetes eróticos. Pese a que el climax durante las relación sexula es “una parte más de las relaciones sexuales”, la creciente “presión por alcanzar el orgasmo, también llamada “imperativo orgásmico”, puede “generar frustraciones y dificultar el dejarnos llevar en las relaciones sexuales, algo indispensable para disfrutar y sentirse cómodos”.
Este cóctel de “liberación de neurotransmisores” como “la dopamina, la oxitocina, serotonina o noradrenalina” que es, según las expertas, “indudablemente placentero” no es “el objetivo de las relaciones sexuales”: “¿Verdad que cuando vamos a un restaurante disfrutamos de toda la velada? Pues con las relaciones sexuales lo mismo, si solo esperamos el postre, estaremos dejando de lado más de la mitad del placer”, afirman.
La sexualidad: conocimiento y comunicación
En esta cena los ingredientes fundamentales, según Bronni y Hernández, son “el conocimiento y la comunicación”: “El mejor consejo que podemos dar desde Platanomelón es que conozcan su propia sexualidad y se sientan cómodas con ella. Seguidamente, que no tengan miedo de comunicar sus gustos y preferencias en relación al sexo. Conocerse, masturbarse y explorarse es un requisito indispensable para poder comunicar qué y cómo nos gusta en el sexo a nuestras parejas sexuales”.
En el origen de la duda, señalan, nace el éxito de la sexualidad ya que “estamos en constante construcción y evolución”. Si Rosalía o Bad Bunny consiguieron revivir aquella noche o no forma parte de la fantasía del deseo, de la atracción. Y en este proceso de deconstrucción de los mitos y construcción de realidades basadas en la información desde Platanomelón un equipo de sexólogas y expertos trabajan cada día para «arrojar luz y alejarnos de falsos tabúes sobre la sexualidad«.
Puedes visitar la página web de Platanomelón en pinchando en este enlace y consultar sus vídeos sobre sexualidad aquí.