Patricia Fernández 16 de enero de 2022 - Madrid
Dicen que llegamos. ¿A dónde? Unas manos despiertan la noche. La calle renueva el látigo de luz y sombra. Nos espera otro tren. El de la otra ausencia. Caminos, kilómetros de tiempo. Nada puede apartarme de la guerra, de sus muertos escondidos en mi infancia. Camen Castellote , Kilómetros de tiempo
Carmen Castellote (Bilbao, 1932), la última poeta viva del exilio republicano, escribió estos versos para recuperar la infancia desdibujada por la Guerra Civil. Fue una de las miles de niños y niñas evacuados a la Unión Soviética, los “Niños de Rusia”. Casi 40 años después, el actor Carlos Olalla (Barcelona, 1957), presenta la vida y obra de la poetisa en el recital ‘Kilómetros de tiempo’, en Teatro del Barrio. “Los que vivimos en el exilio sabemos que el tiempo no se mide en metros, sino en años”, confesó Castellote a Olalla, al término de una amistad marcada por el pulso de las correspondencias y las llamadas telefónicas. Castellote reside en México, donde ha vivido desde que abandonase la antigua URSS. Allí publicó parte de su poesía en los años 80.
La Administración española ha concedido una pequeña ayuda para la edición de la obra de Castellote, que se publica por primera vez en España. Sin embargo, la inacción estatal se ha cernido sobre los recitales y el homenaje que Olalla propuso en la ciudad natal de la poeta, Bilbao. Son las ocho de la tarde, el recital acaba de terminar. El público se ha sumido en la nostalgia de la poesía y la pesadumbre del olvido. Carlos sonríe, “es impresionante. Carmen no escribe desde el odio, pese a todo lo que ha sufrido”. Ambos, poetisa y actor, se han tendido la mano a través de los kilómetros de océano que los separa. Aunque el mar del tiempo sea demasiado ancho, si una atisba el horizonte, el océano se confunde con el cielo. El pasado con el presente. El olvido con la memoria. Así es Carmen Castellote, una poeta que hoy, a través de la voz de Carlos Olalla, nos recuerda cuánto le debe este país a la memoria de sus escritoras.

P – Sobre Castellote caen dos olvidos. La inercia estructural del olvido a las mujeres y, además, la de los exiliados. ¿Cómo puede un país construir y revisar su memoria si, en ocasiones como esta, hay parte de esa memoria que se desconoce?
CO – No solo eso, sino ¿cómo podemos plantearnos que, en un país con un gobierno que se dice progresista, un ciudadano encuentre por casualidad a la última poeta viva del exilio republicano, llame a los ministerios habidos y por haber para darla a conocer y no le den ayuda? No tenemos ninguna ayuda ni subvención oficial para llevar la obra de Carmen a las universidades, a las prisiones… Nadie como la población carcelaria puede entender lo que es un exilio. Hay que llevar esta belleza a esos océanos de soledad. Pero ni una sola ayuda. Somos un grupo de soñadores independientes. Yo no creo en Gobiernos ni en instituciones, creo en las personas.
P – Pero el Gobierno lo hacen las personas.
CO – No voy a depender de ese gobierno. Porque ellos no me den una ayuda para poder hacerlo no voy a dejar de hacerlo. Por eso he creado una petición de un crowdfunding para poder llevarlo a prisiones. Si no lo podemos hacer dándonos de alta en Seguridad Social lo haremos de forma solidaria.
P – Además de la poesía de Castellote, traes su biografía. Esta es la de miles de niños exiliados. ¿Es este recital una forma de justicia poética a la memoria, no solo de Castellote, si no de tantas mujeres y hombres?
CO – Sí. Como la propia Carmen me dijo en una carta, reivindicar la poesía del exilio es un acto de justicia. Porque, mientras no esté respetada y reconocida en España, nuestra cultura estará incompleta. Ella siempre habla sin rencor, desde el amor. Desde la perspectiva de los derechos humanos, no desde la política. Se posiciona, lógicamente, en un planteamiento de izquierdas. Pero es crítica con lo que era el régimen de la Unión Soviética y con el comunismo. Ha vivido la realidad del exilio en México, donde su padre fue el general del Partido Comunista en los años 60. Es una persona con una sensibilidad increíble, muy independiente. No le gusta hablar de sí misma y considera que toda su vida está en su poesía. Por eso escribió poesía, para recuperar la infancia que le habían robado. La infancia perdida.
“Castellote escribió poesía para recuperar la infancia que le habían robado. La infancia perdida
P – Pero en una democracia los ciudadanos tienen derecho a la justicia en términos prácticos. Y, como has comentado, no has recibido ayuda para divulgar la poesía de Castellote. Entonces, ¿de qué manera se puede dar justicia política y social a todas las mujeres olvidadas?
CO – Reconociendo y dando a conocer su historia, en lugar de castigarlas al olvido y negando su existencia. Dar a conocer una figura como la de Carmen puede hacer que muchas otras personas se identifiquen. El problema que hemos tenido es que, aunque la dictadura ha sido cuarenta años de silencio, la democracia ha sido cuarenta años de olvido. Lo complicado es volver a hablar de algo que hemos escondido demasiado. Hablamos de las fosas, pero las fosas no son sólo los cuerpos, es todo lo que había detrás de eso. Son todas las Carmen Castellote que permanecen olvidadas en la historia y no lo merecen.
P – Rescatando esos versos “Caminos, kilómetros de tiempo. Nada puede apartarme de la guerra, de sus muertos escondidos en mi infancia”. ¿Estamos a tiempo de sortear esos miles de kilómetros de tiempo que nos separan de aquellos que se exiliaron y traer de vuelta la historia para los más jóvenes?
CO – Me llevo las manos a la cabeza cuando hablo con gente joven y veo que desconocen esta parte de la historia porque no se incluye en los planes de estudio. Conocemos a los Reyes Godos, pero no lo que ha sucedido recientemente. Debemos informar, no aleccionar, para saber qué ha pasado en esta historia. Una figura como la de Carmen puede acercar la memoria a gente joven, porque se pueden identificar perfectamente con la imagen de una niña sola en una Guerra, que además es española y sigue viva. Es fundamental que la gente joven no vea la memoria como los huesos de los abuelos. Estamos hablando es de los cimientos de la democracia.
P – Has comentado que Carmen te escribió un poema y tú estás acercando su poesía al público español. En otras esferas, ¿qué papel ha jugado la poesía en vuestra amistad?
CO – La poesía es una forma de mirar la vida. Cuando buscas la belleza, la puedes encontrar incluso hasta en el feísmo. Carmen aprendió a encontrar belleza en el horror y en el dolor y lo ha sabido llevar a la poesía. Es una forma de expresar lo que lleva dentro. Cuando lees uno de sus poemas estableces un diálogo muy especial. Un poema es como una carta personal que te escribe un poeta y te susurra al oído. Por eso el puente que tengo con Carmen es el de una visión de la vida compartida, la poesía. Si este mundo tuviera más poesía no habría los problemas que tiene.
P – En este puente que se crea entre escritor y lector y donde, además, eres amigo de la poeta, ¿de qué manera recitar la poesía de Carmen ayuda a sanar las propias heridas?
CO – Para mí la poesía de Carmen tiene la capacidad de generar imágenes que llegan incluso a la gente que no está familiarizada con la poesía. “Festejemos la derrota con un abrazo de sombras”, dice. Te quedas fascinado. Eso te crea un estado que es muy especial porque, una vez has entrado en ese mundo, ya no sales de él. Has aprendido a ver la vida con esa mirada. Me recuerda a los talleres que daba en Cañada Real. Sus habitantes me enseñaron a verla con su mirada. Me enamoré de Cañada Real y de sus gentes porque era un canto a la diversidad. Los niños tenían una visión poética. Esa visión que Carmen ha mantenido toda su vida.

P – ¿Qué sucede cuando, de adultos, perdemos la visión poética de la vida? Y muchas veces a costa, paradójicamente, de los privilegios. Carmen tiene una biografía marcada por el dolor, al igual que estos niños en la actualidad.
CO – Yo nunca haré diferencias entre personas, pero sí me interesan las personas que han sufrido. Aquellas que no han sufrido o no han conocido el sufrimiento no sé qué decirles. No tengo nada que compartir con ellos. Sin embargo, las personas que han sufrido y experimentado el dolor tienen una sensibilidad y empatía hacia el dolor ajeno especial. Ahí se establece un puente que, normalmente, es poético. A veces tienes que quitar capas que les esconden y les protegen, pero, cuando raspas, ahí hay poesía.
P – Precisamente en tu libro, ‘El aroma de la Luna’, dices que es el grito de un náufrago perdido en un mundo al que no entiende pero que ama. ¿Sigues aún hoy amando ese mundo?
CO – Es un mundo muy duro, asquea mucho y ves situaciones terroríficas. Personas tratando de salvar su vida, el machismo, las guerras… Y piensas, ¿cómo puedo permanecer vivo en este mundo? Buscando la belleza y sabiendo encontrarla. Una vez te has abierto y dejas que la vida te pegue, le pierdes el miedo a las bofetadas y aprendes a levantarte. Lo importante no es no caer, sino saber levantarse y encontrar una mano tendida. Cuando vas con el corazón abierto te comienzan a pasar cosas extraordinarias. Cuando hablas de amor y compartes todo tienes esa visión poética que permite que te pasen cosas maravillosas.
P – Gracias, Carlos.